viernes, 20 de agosto de 2021

Tan rota

 Tan rota que sus propios cristales rasgan su corazón para salir de ese caos que habita en su interior, tan rota que caminar le duele y sonreír le quema la piel.

 Ella está tan destruida que cada vez que intenta mirar al frente se consume, tan dolida que nadie puede arreglarla, tropezó con la piedra una y otra vez pensando que esta vez sería diferente, que agarrarías su mano antes de caer, que reconstruirías sus alas rotas y la enseñarías a emprender el vuelo.

 Ella también aprendió que nadie evitaría sus tropiezos, que nadie tendería la mano para levantarla junto con su corazón hecho pedacitos y que tampoco nadie le ayudaría a reconstruirlo pieza por pieza, que nadie se detendría a oír los cristales rotos que resonaban en su corazón como el eco, que no tocarían su corazón, pero si su piel y que nadie dedicaría tiempo en remendar sus heridas.

 Aprendió a levantarse sola, a pegar los pedacitos de su corazón con sus propias lágrimas, aprendió a escucharse a sí misma, a sacar los cristales rotos de cada recoveco de su interior, se sentó con sus demonios a remendar sus heridas y a plantarle cara a la vida, guardo su corazón en una caja fuerte, cosió sus alas y echo a volar, lejos, muy lejos del dolor, lejos de las falsas promesas y se prometió a sí misma que cuando volviera a reír lo haría más fuerte que nunca, que no dejaría a nadie abrir su caja fuerte, que nadie jamás volvería para romperla en mil pedacitos y ya no volvería a estar tan rota, tan vacía.


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