martes, 17 de diciembre de 2019

Contigo aprendí.

Contigo aprendí que no todos los besos vienen acompañados de un sentimiento, que hay miradas que no dicen nada y abrazos que no aprietan.
Contigo aprendí que la ilusión se desvanece en cuestión de segundos y que el tiempo puede desvanecerse cuando clavas tus ojos en mis pupilas tristes.
Contigo aprendí a no sentir, a cerrar mi corazón con llave, aprendí a mirar a otro lado cuando el corazón me ardía de dolor, aprendí a abrir mis ojos y callar a mi corazón.
contigo aprendí que tus sonrisas solo eran puñales, y tus caricias quemaban y erizaban mi piel como nadie había conseguido, pero me enseñaste a apagarla, me enseñaste a apagar mis sentimientos a mi ilusión. tú me enseñaste a ser un poco más fuerte, un poco más guerrera, un poco más yo.
Contigo aprendí que no puedes regalarle tu corazón a quien solo te entrega migajas, ni tu piel a quien regala la suya, contigo aprendí a volar sin alas y a sonreír sin razón.
Me enseñaste que cada minuto de vida es un regalo y que no merece la pena perderlos esperando que regreses.

martes, 4 de junio de 2019

Demasiado tarde


Vuelves como vuelve el frío en invierno, alterando mis sentimientos y aturdiendo a mi corazón. Vuelves como si todo estuviera como antes y el tiempo se hubiera parado a tus pies, como si no hubieras decepcionando a mi corazón aquel que dio todo por ti.
Vuelves buscando de nuevo el calor de mi mirada, esperando que mis ojos te buscaran con su brillo cada vez que despertaba a tu lado.
Vuelves buscando mis brazos, aquellos que cada noche te rodeaban y te brindaban toda la paz y confianza cuando más lo necesitaba, haciéndote sentir en el lugar más seguro y confortable.
Pero vuelves cuando mi corazón ya está cansado de todo aquel esfuerzo que hizo por ti, de cada decepción, cansado de esperar y de perdonar.
Vuelves cuando mis ojos brillan de felicidad y no por ti, cuando ya no los apaga la oscuridad.
Vuelves cuando mis brazos ya no quieren luchar por alguien que en su día se rindió.
Vuelves, pero demasiado tarde.


jueves, 25 de abril de 2019

Tempestad

Dicen que dejas de ser tu mismo cuando tocas fondo, cuando sientes que el corazón está a punto de estallar en cientos de pedacitos y es ahí donde ya nunca vuelves a ser el mismo.
Te sientes perdido o incluso asustado, temes el roce de cualquier otra piel, y es que las despedidas nunca fueron fáciles. Es difícil olvidar los momentos felices que alguien una vez te regalo, es doloroso el nudo de tu garganta cuando tratas de sonreír y esconder tus lagrimas fingiendo que nada ha pasado.
Hay momentos en los que simplemente levantarte duele, te quema en el corazón. Sientes como el cuerpo te pesa tanto que no te apetece levantar la mirada y ver lo bonito que te rodea.
Ahora es cuando entiendo lo que es entregar el corazón y que no vuelva completo y es que es así como se consume, perdiendo trocito a trocito y esperando que alguien tenga el valor de remendarlo con suturas tan fuertes que no permitan que este se vuelva a deshacer una vez más, y es ahí cuando entiendes que tú corazón es solo tuyo aunque te empeñes en repartirlo a base de cariño y confianza.
Aunque lo intentes mil y una vez ya nada volverá a ser lo mismo, tú serás un poco más fuerte y tu corazón más cansado, más dolido y más grande.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Titubeos del corazón

No se si levantarme yo sola tras tropezar con la piedra o esperar que tú entres a mi laberinto. No se si esperar a que vuelvas a mirarme con los mismos ojos o mostrarte la calidez de mi corazón en un suspiro.
No se si secar cada lágrima o esperar que lo hagas tú con un beso, no se si abrazarte o esperar a que tus brazos vuelvan para estrangular a mi corazón.
A veces no se si me das la vida o la apagas poco a poco, no se si me das la fuerza o me la arrebatas cuando la rozo con los dedos, no se si remiendas cada trozo de mi corazón o lo destruyes con cada acto.
Me encantaría saber si tu corazón siente lo que tus ojos dicen sentir, con ese brillo especial capaz de parar el tiempo con tan solo el choque de tus pestañas, esas mismas que cada noche me dejaban hipnotizada.
Y no se, no se si quedarme una noche más mirando como duermes entre mis brazos mientras mi ingenua mente imagina un futuro no existente a tu lado, no se si desvanecerme de tu vida sin hacer ruido, recogiendo los pocos pedazos de mi corazón para guardarlo en una caja fuerte para así protegerle de cualquier golpe, del frío de tus manos, de tus afiladas palabras. Y no se, tal vez algún día alguien se arriesgue a descifrar la combinación.

domingo, 13 de enero de 2019

Quizás.

Aún existen esas noches en las que me tumbo mirando el techo de mi habitación pensando que el tiempo se detiene, y es ahí donde cada recuerdo intenta inundar a mi cerebro.
Un día el se desvaneció como el humo de mi cigarrillo, dejando un hueco en mi pecho que aún no se ha cerrado, ni en otros labios, ni en otro cuerpo.
Pero aquí me encuentro martirizando a mi cerebro intentando recordar tu sonrisa que se disipa como si nada, mi piel ya no recuerda el contacto de tus dedos, ni siquiera mi espalda recuerda tus labios recorriendola lentamente. Mi boca también se han olvidado del contacto de la tuya y quizás mis ojos extrañen el verte despertar alguna que otra mañana.
Tal vez sea tu ausencia repentina la que ha ayudado a cada parte de mi cuerpo a recomponerse de una caída en picado desde la cornisa de tus pestañas, donde quizás por una vez mi corazón se sintió pleno.
A veces solo espero no cruzar la calle y encontrarme con tus ojos esos que tantas veces se encontraron con los míos casi sin quererlo, no tropezar con tu perfume lleno de nostalgia, culpabilidad y ¿porque no? quizás también un poco de felicidad.