jueves, 12 de mayo de 2016

Vivir es aprender.

Soy un caos de persona, exactamente ese caos que entra en tu vida revolucionando todos tus sentimientos, ese caos que es imposible de entender, aunque a estas alturas ya no necesito que me entiendan. Busco a un espectador, si, un espectador que me vea caer desde lo mas alto, que no me dé alas, no las quiero, me gusta ver el mundo desde aquí abajo, que me vea deshacerme y luego resurgir de mis propias ruinas, alguien que no me tienda la mano cuando caigo, solo alguien que en silencio no me deje caer sin mas.

Soy ese tipo de persona que habla con la mirada y mira con el corazón, aquella que es capaz de bailar Rock and roll a las dos de la madrugada y en un día de lluvia recitarte un poema o quizás hacerte llorar pero solo de la risa. Soy algo así como una especie de extinción dulce y a la vez amarga, fría y distante a la par que cercana, bipolar y alocada. No pretendo gustarle a nadie hace tiempo que deje de creer que para ser feliz necesitas caerle bien a todo el mundo, tampoco creo en eso de las medias naranjas, Jhon Lennon me enseñó que todos somos una naranja completa y no necesitamos la mitad de otra para ser felices.

No bailo bajo la lluvia, pienso que las gotas de aguas disfrazan muy bien la tristeza incluso, puedes gritar cuando hay tormenta, sentirse libre ya no es un sueño es una realidad diaria, soy aquella que llora y a la vez tengo mi mejor sonrisa dibujada y es porque me enseñaron que no hay que dejar de sonreír nunca porque hay personas que se alimentan de tu sonrisa.
Con el tiempo he aprendido que hay que hacer feliz al mayor número de personas posible sin herir a ninguna minoría, a no señalar a nadie antes de mirarme en un espejo, he aprendido que a pesar de los golpes la vida es hermosa a su manera, que después de la lluvia siempre sale el arcoíris y que todo lo que sueñas se puede hacer realidad con la constancia adecuada, dejé de llorar por quien no me quiere o no me acepta y empecé a abrazar a esas personas que me regalan un trozito de su corazón y aún me quedan pedacitos de sobra para arreglar tu corazón sellándolo con sonrisas y haciéndolo latir alimentándolo de las mejores carcajadas. Pero lo que de verdad he aprendido en este corto y a la vez largo viaje es a no rendirme y a amar, si, amar por encima de todas mis posibilidades, no hay nada más bonito que eso, al fin y al cabo nadie se lleva cosas materiales al final del camino solo recuerdos y amor, mucho amor. Por lo que, si es lo que te va a quedar no temas a darlo todo, no temas a sentir, no temas a vivir.