Hoy vuelvo a ese patio donde solía jugar de pequeña, parece que aun la veo regando las macetas mientras me sonreía con ese rostro lleno de felicidad, aun recuerdo cuando me abrazaba y me hacía sentir tranquila y protegida, recuerdo cuando hacia alguna travesura y mi madre corría en busca mía, tu siempre me cojias y me cubrías, aun recuerdo tu voz llamándome, diciéndome esas cosas que me hacían reír, un día te vi apagada, ya no reía, ya no me decías nada, me acerque a tu cama y te dije: -abuelita ya estoy aquí. ¿Que te pasa?
Ella me sonrió y me dijo, nada mi niña solo me duele un poco la cabeza, yo era pequeña y pensé que era solo un dolor de cabeza como otro cualquiera sonreí y me fui tranquila a ver la tele, no entendía nada, no sabía que mi abuela se hacía mayor y poco a poco se apagaba.
Pasaban los años y los años y yo crecía, ya sabía que mi abuela no podía andar, ya no podía hacer nada ella sola, caía mala una y otra vez, hacía años que no me hablaba, ya no me reconocía, no sabía cómo me llamaba. Yo aunque ella no sabía quién era siempre iba a la residencia a verla, cada día iba con una sonrisa esperando que me reconociera me acercaba a ella como cuando era pequeña y le decía: - abuelita ya he llegado.
Y le sonreía dulcemente, ella no decía nada, tenía la sonrisa apagada. Caía enferma una y otra vez, y ella se recuperaba, era fuerte, creo que en eso me parezco a ella. Pero la última vez que la vi estaba muy enferma, entre en la habitación del hospital, y la vi tan blanca, con su mirada más apagada que nunca, le agarre la mano mientras una lagrima en mi cara caía lentamente pero con dolor, mi corazón estaba roto en mil pedazos, jamás me sentí así, me miro y expiro el ultimo soplo de aire que le quedaba, por más que la acariciaba y gritaba mi abuela no abría los ojos, se fue y me dejo. A veces necesito que baje del cielo y me vuelva a acurrucar en sus brazos y me haga sentir protegida se que esta junto a mí y jamás me va a dejar sola.
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