Ella es de las que cada mañana se levanta con un nudo en el
estómago y un vacío en el corazón, al poner un pie fuera de la cama nota el
dolor de su cuerpo, magullado, dolorido de la guerra diaria a la que se
enfrenta, pero se mira al espejo que tanto odia, le sonríe y se coloca la
armadura para encaminarse a una nueva batalla.
Su alma cansada, sus
ojeras pronunciadas son las testigos de las lágrimas que cada noche derrama, su
mente le traiciona diariamente susurrándole que por mucho que corra jamás va a
avanzar y que nunca conseguirá lo que se proponga, el miedo es su mayor
obstáculo, ese que lleva colgado a su hombro a todas partes y le acompaña desde
que tiene uso de razón.
Ella es una guerrera de esas que sonríen con el alma rota y
con brillo en los ojos esperando que mañana la felicidad le acompañe, de esas
que lleva mil batallas en su piel y que nunca pierde la esperanza, siempre
escucha como si se le fuera la vida en ello y tiende su mano antes de que vayas
a tropezar, es una guerrera de las que no se rinden y aun con el corazón hecho
añicos se levanta cada mañana para ofrecerle al mundo todo lo bueno que tiene
guardado, para gritar al mundo una y otra vez que aunque tropieces la vida es
bonita y que puedes correr y correr hasta llegar a tu meta, con marcas de
guerra en tu cuerpo, pero esa es la señal de que has luchado hasta el final con
éxito.