Llegaste como un suspiro, sin esperarlo ni imaginarlo, fuiste desgarrando mi corazón de la manera más cruel, rompiste cada aparte de mi alma, cada parte de mi ser sin importarte nada.
Ya de nada me sirven tus falsas lágrimas de cristal, no necesito tus llamadas desesperadas ni tus mensajes de buenos días. Aprendí a ser feliz sin ti, aprendí a alejarme de quien me hace daño, a mirar hacia adelante, hacia mi futuro, en el que tú no estás. Decidiste marcharte y yo decidí no dejarte volver. Es hora de que vuelvas a tu mundo irreal; yo ya no estaré para despertarte cada mañana, ya no estaré para calmarte cuando estés mal: simplemente no estaré. No estaré ahí porque ahora puedo decir, por fin, que soy feliz sin ti.
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